jueves, julio 01, 2010

Homenaje a un rebelde, en el día de su fallecimiento.

Hablar de Perón hoy, es rescatar a alguien que se resiste a ser simplemente una estatua de bronce en una plaza. Perón es amado por aquellos que vivieron “los dias felices” y los que tuvieron la oportunidad de leer sus obras. Pero por sobre todas las cosas sigue siendo una figura odiada hasta el extremo por aquellos sectores nacionales e imperiales que fueron afectados por su enorme obra inclusora y emancipadora. También es utilizado por personajes que diciendose peronistas solo pretenden usar su nombre, pero no su legado político.

Hoy quisiera detenerme en el Perón maldito, el odiado por aquellas clases sociales que lo consideraron un rebelde, una persona que no cumplio con el mandato que se le asigno por su función, que extendió más su rebelión cuando tomo por esposo a Evita y se mezclo con la chusma de los “descamisados”.
El ejército y sus dirigentes tuvieron la funsión historica de ser gendarme de los intereses de la clase dominante: aplasto y practicamente exterminó a los pueblos originarios, subordinó a los sectores populares y disciplinó a las facciones dominantes que se “corrieron de la línea marcada por el imperio dominador de turno”. Fueron invitados al festín con las migajas que los poderosos dejaban para ellos, siendo socios menores, ordenadores y la “reserva moral” de un país para unos pocos.

Perón fue aquel que rompió esa tradición, aquel que, sin dejar de ser ordenador de lo social, se atrevió a incluir a aquellos que no se debía incluir, aquel que puso en visible a aquellos que eran invisibles. Fué además el que organizó un nuevo ejército, pero de trabajadores; aquel que sintetizó un conjunto de ideas y un proyecto lo suficientemente resistentes para perdurar en el tiempo. Todo aquello que su función de gendarme no le estaba permitido, porque su función era reprimir toda posibilidad de organización de los dominados.

Se casó además con una mujer que era actríz, algo intolerable para la sociedad militar y su moral permitida por los poderosos, pero que además se atrevía a hacer política, que era deslumbrantemente bella y los desafiaba con su fervoroso amor a los más humildes y Perón.

Perón intentó ser eliminado, su ejemplo no podía continuar, porque otros gendarmes podrían seguirlo y romper asi el mandato historico asignado al ejército. El odio que generó en la clase dominante los empujó al extremo de querer borrar su nombre, prohibieron por ley nombrarlo, eliminar sus imágenes, fusilar sus seguidores. Pero ya era tarde, había nacido el peronismo, trascendido su clase promotora y roto las fronteras nacionales.

Su rebeldía llevó a que su nombre fuera un grito de guerra, la reivindicación de una cultura, el orgullo de la clase trabajadora y un horizonte para su pueblo. Por eso hoy más que nunca siguen vigentes las palabras de Leopoldo Marechal:
“...
Era muy de mañana, y yo acababa de ponerle a mi mujer una inyección de morfina (sus dolores lo hacían necesario cada tres horas). El coronel Perón había sido traído ya desde Martín García. Mi domicilio era este mismo departamento de calle Rivadavia. De pronto me llegó desde el Oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular y, enseguida, su letra:
"Yo te daré/
te daré, Patria hermosa,/
te daré una cosa,/
una cosa que empieza con P/
Perooón".
Y aquel "Perón" resonaba periódicamente como un cañonazo.
Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi, reconocí, y amé los miles de rostros que la integraban no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina "invisible" que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas, y que no bien las conocieron les dieron la espalda. Desde aquellas horas me hice peronista...”
(Palabras con Leopoldo Marechal, por Alfredo Andrés, 1968. Extraído del libro: "La Jornada del 17 de octubre" compilado por Fermín Chávez)

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