viernes, mayo 07, 2010

Seguimos hablando de la revolución de Mayo

La revolución de Mayo: Ver el vaso medio lleno o medio vacío

Estamos a días de los festejos del bicentenario, los debates se suceden, y esto es bueno que suceda, ya que nuestro pueblo adolece de una falta de memoria que a veces asusta. Esto tiene múltiples causas que ya en su momento analizaremos.

La revolución ha sido y es abordada mayoritariamente por la población desde la concepción mitrista de la historia. Tomado así es que al día de la fecha muchos alumnos y padres a veces se confunden, y cuando uno les pregunta que se festeja el  25 de mayo y el 9 de julio no lo saben diferenciar o peor, repiten la historia de “la máscara de Fernando VII” que viene al dedillo para cierta clase social adicta a las conspiraciones y la desconfianza de que todo en nuestro país se hace por dinero y no por ideales.

Bien escribe el maestro Norberto Galasso que nuestra revolución tiene un carácter democrático, es la continuidad de la revolución democrática nacional, iniciada en España por el proceso juntista y desarrollada durante la invasión de Napoleón Bonaparte. Es una revolución democrática porque pretende entre otras cosas, hacer de todos los habitantes del imperio ciudadanos con iguales derechos, algo vedado para todos los nacidos y criados en el Reino de América (perteneciente en origen al Reino de Castilla) y es nacional, porque se yergue contra un invasor que pone cautivo al rey y ocupa el territorio patrio.

Interesante es analizar que esta revolución democrática padece de contradicciones en su mismo seno, no todos en el proceso juntista español y americano están de acuerdo en hacer ciudadanos a los habitantes americanos, y si lo aceptan en su momento será porque es más importante para ellos el derrotar a un enemigo poderoso que es el emperador francés, que por otro lado impone repúblicas a los territorios sometidos.

Ahora es incuestionable que esta revolución trajo a nuestras tierras una discusión reprimida por las armas, por cierto sector de la iglesia y particularmente en lo que hoy es argentina, se ve reforzado por la defensa del territorio patrio americano frente al imperio inglés.  Las ideas democráticas viajaban en los barcos y eran leídas y transmitidas con atención en los círculos intelectuales de la colonia, el primer “Contrato Social” es impreso (legalmente) en la imprenta de los niños expósitos a días de iniciada la primera junta gubernativa. Los comerciantes patricios, condenados al contrabando por no ser ciudadanos españoles, seguramente vieron en la revolución una oportunidad para hacer buenos negocios, pero también existieron entre ellos patriotas sinceros que dieron la vida por una causa revolucionaria. Cierto es también que los pueblos originarios y algunos criollos participaron posteriormente de la causa revolucionaria, pero también en contra y otros se mantuvieron al margen.

Nuestra revolución americana también sufrió de las mismas debilidades que la Española, una clase burguesa débil, poco desarrollada y ya relacionada fuertemente al contrabando con el imperio ingles y sus intereses. Pero ninguna de estas cuestiones le quita mérito al proceso desatado por los españoles americanos, la lucha iniciada por los liberales revolucionarios siguió abarcando luego otras luchas, hasta transformarse en independentista y americanista. La democracia que pregonaban tenía un alcance inclusivo mayor que el sistema monárquico, esta es la causa de su fracaso de los realistas. En la medida que esta se expandió hacia el interior se fue haciendo carne en el pueblo y este entendió rápidamente su destino, la lucha en su dirigencia terminó en un debate entre defender la región o el continente y su resultante devino en el fracaso de la unidad del reino americano.

La lucha por la inclusión democrática sigue teniendo vigencia, ya no son los monárquicos españoles nuestros enemigos, si lo son el imperialismo y sus aliados locales que pretenden una democracia limitada y cercenadora de derechos. El debate por la unidad sigue presente y los rechazos al panamericanismo y al ALCA son muestra de la voluntad inquebrantable de los americanos de seguir por la senda de San Martín, Bolivar, Artigas y los pueblos que los acompañaron.  Si tuviese que sintetizar diría que festejamos 200 años de una revolución democrática, inclusora y promotora de derechos que abrió el camino para la liberación definitiva de nuestra latinoamerica, por eso pensamos que el vaso lo seguimos llenando. 

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